Dicen
que cuando nos convertimos en padre o madres de familia, perdemos la
tranquilidad, es entonces cuando comenzamos a preocuparnos por cosas que antes
carecían de importancia, nos preocupamos por ellos, por nuestros hijos e hijas.
Sin embargo tenemos algunos momentos de calma, cuando los dejamos en la escuela
y los observamos mientras cruzan la puerta e ingresan al plantel, respiramos
profundo y los encomendamos a quien nuestra fé nos marque.
No
imaginamos, ni queremos hacerlo, la serie de peligros que ahí los acechan.
Padres de familia de la escuela primaria Moctezuma, ubicada en María Cecilia
vieron sus peores temores convertidos en realidad, cuando sus hijas de sólo 6 años
de edad les narraron lo que les hacia su profesor, quien al tomarles lectura,
les realizaba tocamientos.
Este
caso, independientemente de lo que determine la justicia, demuestra lo débil
del sistema educativo y lo vulnerables que son nuestros hijos e hijas, pues ha
quedado al descubierto que no hay protocolos claros para evitar que personas
enfermas o malintencionadas estén en contacto con infantes, no hay medidas para
detectarlos, para prevenirlo.
A
pesar de las múltiples recomendaciones que ha emitido la CEDH y que existen
como antecedente, poco se ha hecho para garantizar la no repetición, que no se
sigan presentando más casos así. Éste, es un tema que debería interesar a las
autoridades, a los legisladores, al ejecutivo, a la procuración de justicia.
Porque
cuando nuestros hijos e hijas se incorporan al sistema educativo, lo primero
que les instruimos es obedecer a su maestro o maestra, depositamos en ellos
nuestra confianza y no puede ser diferente.
Toca
a las autoridades educativas garantizarnos que quien está frente a un grupo de
menores, tenga el perfil y la preparación para atenderlos, para instruirlos,
para garantizar su seguridad, pero que además no estará sólo en la tarea, sino
que tendrá el respaldo de una institución y de un sistema educativo, cosa que
hoy no sucede.
Los
profesores están solos en su tarea y su responsabilidad. Buenos profesores
realizan esfuerzos individuales en nombre de la educación y pervertidos tienen
la puerta abierta para abusar de sus alumnos.
Es
evidente que el sistema falla, sin hablar de calidad educativa, es evidente que
urgen soluciones, quién emprenderá acciones al respecto, esa es la pregunta.