La Reforma Educativa se ha convertido,
en los últimos días, en tema de discusión entre los diferentes poderes,
partidos, sectores, etc; y no es para menos después de los hechos recientes,
cuando previo a la jornada electoral, de manera sorpresiva y sin mayores
explicaciones, la Secretaría de Educación anunció la suspensión de la
evaluación magisterial, tema neurálgico de la Reforma.
Es evidente, pese a los argumentos del
Secretario de Educación, Emilio Chuayffet, que la suspensión temporal no
obedeció a cuestiones técnicas, sino políticas, en donde lo que se trató fue de
calmar los ánimos en una jornada electoral, ya de por sí candente. Vale la pena
mencionar que en lo político, la estrategia no funcionó, pues de igual forma la
CNTE hizo de las suyas durante la jornada del 7 de junio.
Pero tan fallida como la estrategia, ha
resultado en general la Reforma Educativa, que prometía transformar la
educación en nuestro país y que pretendía justificar su existencia bajo el
argumento de que elevaría la calidad educativa, cosa que no ha sucedido, y que
no se sorprendan y se rasguen las vestiduras nuestros legisladores federales
porque gran parte del fracaso de esta reforma, y del resto de las aprobadas de
manera reciente, tiene que ver con el cómo fueron construidas y cómo se paso de
lo ideal a los posible, con tal de que tuvieran aprobación de las diferentes
bancadas.
La Reforma educativa sólo es el botón
de muestra actual, pero lo mismo sucedió con la Reforma Laboral que prometía
generar empleos con su simple aprobación y que hasta ahora no ha resultado de
la mejor manera.
En el caso de la Reforma Educativa, no
se ha mejorado sustancialmente la calidad educativa, no se ha logrado
transformar al magisterio, si bien se han exhibido las carencias en la
formación de los docentes, hasta ahora, esa reflexión no ha servido de punto de
partida para la transformación de las escuelas normalistas. Y de fondo, no se
ha cambiado la realidad, en donde la educación que se imparte en nuestro país
es totalmente inequitativa y no garantiza igualdad de oportunidades.
Si se piensa que con la aprobación de
las reformas ya se ha transformado a México, se parte de un gravísimo error,
primero porque no se aprobaron con la amplitud necesaria y segundo porque ni se
están implementando a cabalidad, ni se están obteniendo lo resultados
esperados.
De tal forma que lo que tenemos hasta
ahora, son reformas de papel.