A lo
largo de esta última semana muchas plumas se han gastado, muchos textos se han escrito, analistas, comentaristas,
periodistas, grupos sociales han
escrito y opinado sobre la salida de Carmen Aristegui de grupo MVS.
La
indignación por la salida del aire de la periodista más reconocida y
respetada del país es generalizada, no hay
excusa, ni pretexto que valga, se
ha perdido un gran espacio informativo, de investigación y de opinión.
Independientemente
de las preferencias, de las simpatías y antipatías ha sido reconocida durante décadas. Su particular
estilo, el periodismo de
investigación, la crítica dura que la caracterizan, a ella y a su equipo, les valieron un lugar importante
en los medios de comunicación,
reconocidos en el gremio, pero más en la opinión pública.
La causa
posible de la salida de Aristegui del aire es gravísima como lo es la consecuencia, el que se pierda una opción
informativa de gran peso.
En esta
historia no hay ganadores, todos pierden, pierde MVS su espacio informativo más importante y de mayor proyección,
pierde Aristegui porque por lo
pronto y mientras se resuelva otra cosa, ella y su equipo han perdido el escaparate para mostrar al mundo su
trabajo, pero sobre todo, perdemos
los mexicanos, un espacio informativo, una opción que enriquecía la pluralidad informativa en México, perdemos
la oportunidad de elegir y eso es
lo más grave.
Éste es un asunto de interés público en un país
que está en lucha por garantizar la libertad de información. Los
mexicanos tenemos derecho a saber,
a decidir por qué medio nos informamos, a quien elegimos como interlocutor, en quien confiamos, a quién le creemos.
Con la salida de Aristegui se nos arrebató ese
derecho.
Lo que sucede es que un grupo empresarial fue
quien decidió, pero no lo ponga en duda, es un hecho que
tendrá que cargar con la consecuencia.
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